Período árabe y Reconquista
Período árabe y Reconquista: Influencia árabe en el léxico hispano
1 Introducción
“Pocos países han tenido una
historia tan convulsionada y, a la vez, tan rica en el ámbito socio-cultural
como España, sobre todo la España desde principios del siglo VIII hasta finales
del siglo XV” (Obediente 2007: 139). Durante ese periodo, el territorio de la
península ibérica vive la experiencia de ser lugar de convivencia y desarrollo
de tres grandes culturas: la cultura musulmana, la judía y la cristiana. Se
trata de tres grupos de distinto origen, de índole distinta y de tradiciones,
creencias y valores diferentes que contribuyen a la construcción de un país en
el que se funden gentes y culturas de una heterogeneidad notable (Obediente
2007: 139).
En cuanto a la cultura musulmana,
es bien sabido que desde tiempos remotos el Oriente siempre ha dejado huellas significativas
en la cultura europea occidental, contribuyendo de manera directa o indirecta a
la cultura y lengua de diversos países: En la historia antigua, las culturas orientales influyeron en las civilizaciones
griegas y romanas. Durante la Edad Media, la cultura árabe dejó una influencia
profunda en Europa occidental, particularmente intensa en España
y Portugal donde la permanencia fue larga. Efectivamente, la conquista del
reino cristiano fue fulminante y el entusiasmo conquistador de los musulmanes
era enorme: En 718, se hallaba sometida prácticamente toda la península, y la
historia de la expansión árabe se estrecha durante un largo periodo, así que es
una de las más animadas que existen (Alatorre 2000: 63-64). Debido a esta
situación, la influencia del árabe en España ha sido, sin duda, radical en
todas las manifestaciones de la vida social, cultural, artística, político-militar
y laboral, gastronómica, agrónoma. Los musulmanes llegaron a la Península
Ibérica con una superioridad cultural que se refleja en las palabras de
Menéndez Pidal: “Los árabes nos enseñaron a proteger bien la hueste con
atalayas, a enviar delante de ella algaradas, a guiarla con buenos adalides, a vigilar
el campamento con robdas o rondas, a dar rebato en el enemigo descuidado” (Pidal
1993: 54). Por esta razón, no solamente la influencia social y cultural, sino
también de la lengua de los árabes en España y en Portugal fue enorme en
comparación con los otros países occidentales con los cuales el islam tuvo
contacto. Los préstamos lingüísticos en la lengua española son testimonio de
esta influencia.
2 Marco histórico
Para entender mejor el fenómeno
lingüístico será útil un ligero marco de acontecimientos históricos. Con la
caída del reino visigótico en el ano 711, el mundo de la Península Ibérica se
convierte en el espejo de una nueva realidad político-social. La influencia árabe
fue más notoria en el sur y este del territorio controlado por los árabes (véase
imagen: Al-Ándalus en 790, 900 y 1150),
llamado al-Ándalus. Su presencia en España, larga de 781 años, fue determiante en la configuración de la nación española.
Al-Ándalus se convirtió en una gran potencia agrícola, militar,
cultural y artística - ámbitos que dejan huellas en la lengua, como
verémos en la parte siguiente.
La conquista árabe de la península empezó con el establecimiento del Emirato de Córdoba, continuó con el Califato de Córdoba y más tarde con los diversos reinos de Taifa:
- La conquista del reino visigodo por dirigentes musulmanes del Califato Omeya fue un proceso largo, que duró quince años, de 711 a 726.
- En los primeros tiempos, la península fue un emirato sujeto al califa de Damasco, pero ya Abderramán I (755-788) rompió esos lazos de sujeción, y Abderramán III (912-961) pasó de emir a califa y fijó su capital en Córdoba.
- Las campañas de Almanzor (977-1002), “genio político y militar”, consolidaron el dominio de los moros en el norte, de Barcelona a Santiago de Compostela, pero marcaron también el fin de tres siglos de expansión y de predominio militar.
- En 1031 el califato se fragmentó en varios reinos pequeños (llamados taifas), algunos de los cuales, a causa del alto grado de cultura a que llegaron, han sido comparados con las grandes ciudades italianas del Renacimiento.
- La unidad política fue restaurada, no sin violencia, por dos oleadas de musulmanes del norte de África, los almorávides o ‘devotos’ (1086-1147) y los almohades o ‘unitarios’ (1147-1269), que, movidos al principio por el fanatismo religioso, acabaron por contagiarse del amor a la filosofía, la ciencia, el arte y la poesía que había brillado en los reinos de taifas.
(Alatorre 2000: 64)
Desde el punto de vista cultural,
el fin del califato coincide prácticamente con el comienzo de los dos siglos
más esplendorosos de la España árabe. En esta época florecen poetas, filósofos y
científicos árabes, y, también, arrimada a los modelos árabes, la gran cultura
hispanohebrea. “Esos siglos de oro españoles son siglos de oro de la cultura árabe”
(Alatorre 2000: 65).
3
Mozárabes, muladíes, mudéjares
Los cristianos y los musulmanes
unía, ciertamente, la guerra, pero también intercambios no bélicos.
El estar frente a frente unos a otros dio origen a una nueva configuración de la sociedad en la que se distinguían diferentes grupos:
Primero, el de los mozárabes (la palabra mozárabe significa ‘arabizado’, ‘semejantes a los árabes’), constituido por cristianos que a cambio de tributos permanecieron en la España musulmana conservando su religión y su organización eclesiástica y juridicial.
Los mudéjares son los moros que permanecieron en las tierras que iban siendo reconquistadas por los reyes cristianos del norte (mudéjar significa ‘aquel a quien le han permitido quedarse’). Durante algún tiempo, del siglo XI al XIII, estos mudéjares, que constituían comunidades numerosas particularmente en Aragón, Toledo y Andalucía, mantuvieron su religión y su lengua.
Los muladíes (‘adoptados’) son hispanos convertidos al islam y sus descendientes. Pertenecieron a todas las clases sociales, y vivieron tanto en el campo como en la ciudad. Pronto adoptaron, además de la religión, las costumbres y la lengua de los conquistadores musulmanes.
El estar frente a frente unos a otros dio origen a una nueva configuración de la sociedad en la que se distinguían diferentes grupos:
Primero, el de los mozárabes (la palabra mozárabe significa ‘arabizado’, ‘semejantes a los árabes’), constituido por cristianos que a cambio de tributos permanecieron en la España musulmana conservando su religión y su organización eclesiástica y juridicial.
Los mudéjares son los moros que permanecieron en las tierras que iban siendo reconquistadas por los reyes cristianos del norte (mudéjar significa ‘aquel a quien le han permitido quedarse’). Durante algún tiempo, del siglo XI al XIII, estos mudéjares, que constituían comunidades numerosas particularmente en Aragón, Toledo y Andalucía, mantuvieron su religión y su lengua.
Los muladíes (‘adoptados’) son hispanos convertidos al islam y sus descendientes. Pertenecieron a todas las clases sociales, y vivieron tanto en el campo como en la ciudad. Pronto adoptaron, además de la religión, las costumbres y la lengua de los conquistadores musulmanes.
4
Influencia al léxico: Los arabismos del
español
La llegada de las tropas árabes
transformo el orden político, económico, social y cultural de los pobladores
hispanos al introducir nuevas realidades en todos los campos de la vida
cotidiana. Uno de los ámbitos en donde fue más evidente esta herencia es el de
la lengua, que se enriqueció a través de numerosos prestamos del árabe o
arabismos. En términos definitorios, “los arabismos son las palabras de
procedencia de la lengua árabe que son absorbidas por el castellano durante la
época de pervivencia de los árabes en la Península Ibérica (711-1492)” (Martínez
Egido 2007: 14) y son, pues, testimonio duradero de esa convivencia de
siglos. Con los arabismos, entramos, por lo tanto, en el léxico no originario
del español, dado que se trata de palabras procedentes de una lengua que no
estuvo presente en los momentos originarios de la creación del sistema lingüístico
del español. Por esta razón, las influencias fonéticas, fonológicas y
gramaticales del árabe son prácticamente inexistentes, pero la permeabilidad del
castellano para palabras árabes fue grande (Martínez Egido 2007: 14-15). Rafael
Lapesa afirma que más de 4000 palabras del léxico español, incluyendo
topónimos, provienen del árabe (Lapesa 2012: 135).
Manifestaciones léxicas en algunos ámbitos de la cultura
hispanoárabe:
§ La influencia de la lengua
árabe es más notoria en los topónimos de
la península ibérica que en las lenguas romances de la península. Entre los
topónimos están los siguientes: Albarracín, Albacete, Benaguacil, Benamejí, Benasal,
Benejúzar, Cáceres, Calaceite.
§ Al pensamiento matemático
pertenecen, por ejemplo, las palabras cero, cifra, algoritmo y guarismo,
y la palabra álgebra. Los árabes hicieron que toda Europa abandonara la
numeración romana, tan incómoda para sumar, restar, multiplicar y dividir.
Introdujeron el concepto de ‘cero’, que no existía en la tradición
grecorromana, y enseñaron un método totalmente nuevo de ‘reducción’, que eso es
el álgebra.
§ A la especulación científica se refieren las palabras cenit,
nadir y acimut, y también la palabra alquimia (con sus redomas,
sus alambiques, sus alquitaras): los árabes fueron grandes astrónomos.
§ Jardinería
y horticultura: Árboles y
arbustos como el arrayán, la adelfa, el acebuche; plantas
y flores como la alhucema, la albahaca, el jazmín; frutas
como el albaricoque, el alfónsigo (pistache), el limón, la
naranja.
§ Agricultura: Testimonio de la excelencia de los moros en las técnicas
agrícolas son voces como alquería, almunia cahiz y fanega.
Algunos de estos arabismos se refieren a las obras de riego: la atarjea, el aljibe, la noria; otros al gran número de
cultivos que los moros introdujeron: la alfalfa, el algodón, el arroz,
la caña de azúcar, el azafrán, la chirivía, la zanahoria, la algarroba
y la alcachofa.
§ Economía
y comercio: ceca ‘casa de moneda’, almacén, alcaicería ‘bazar’, atijara
‘comercio’, almoneda, dársena, alhóndiga, alcancía, tarifa y arancel;
pesas y medidas: azumbre, arrelde, celemín, adarme, quilate, quintal,
arroba.
§ Arquitectura
y mobiliario: alarife ‘arquitecto’,
albañil; adobe y azulejo; zaquiza ‘artesonado’, alacena,
tabique y alcoba; alféizar y ajimez; albañal y alcantarilla;
azotea, zaguán y aldaba. La palabra ajuar es árabe, y entre
las piezas del ajuar se cuentan el azafate, la jofaina y la almofía,
la almohada,
la alfombra, la alcatifa ‘alfombra fina’ y el alhamar ‘tapiz’.
§ Vestimenta
y lujo: Telas como el tunecí
y el bocací; prendas como la almejía ‘túnica’, el albornoz,
la aljuba o jubón, el jaez; las alpargatas, la albanega y
la alcandora eran prendas femeninas; la cenefa, el arrequive y
el alamar, adornos del vestido. Entre los arabismos hay también nombres
de perfumes y afeites, como el almizcle, el ámbar, la algalia,
el talco, el alcohol, el solimán, el alcandor y el albayalde,
y de joyas y piedras preciosas, como la ajorca, la arracada.
§ Música
y regocijo: Al lado de
instrumentos como el adufe, el rabel, el laúd, la guzla,
el albogue (y el albogón), la ajabeba, el añafil y
el tambor, las manifestaciones ruidosas de alegría: la algazara,
la albórbola o albuérbola, la alharaca, el alborozo,
las albricias.
§
“Arte” militar: La alcazaba ‘ciudadela’, el alcázar, la rábida, el adarve,
la almena y la atalaya; el alarde, la algara, el rebato
y la zaga ‘retaguardia’; el almirante, el adalid, el arráez
‘caudillo o capitán’, el almocadén ‘jefe de tropa’.
§ También se mencionan una serie de adjetivos y verbos, entre ellos a) adjetivos como baldío (que significó ‘inútil’, ‘sin valor’, y de ahí ‘ocioso’), rahez (que significó originalmente ‘barato’, y pasó a ‘vil, despreciable’); baladí es hoy sinónimo del galicismo 'banal' (su significado primario era ‘local’, ‘de la tierra’); b) verbos como recamar (que significó ‘tejer rayas en un paño'), acicalar (significó ‘pulir’), halagar (significó ‘pulir’, ‘alisar’) --> los tres verbos se referían al acabado perfecto de una obra de artesanía.
(Alatorre 2000: 68-71)
(Alatorre 2000: 68-71)
Bibliografía
Literatura
Alatorre, Antonio (2000). Los 1001 años de la lengua española. 3ª edición. México: Fondo de
Cultura Económica.
Lapesa, Rafael (2012). Historia de la lengua española. 3ª edición. Madrid: Gredos.
Martínez Egido, José Joaquín (2007). Constitución del léxico español. Palabras patrimoniales, cultas y
semicultas. Latinismos. Arabismos. Helenismos. Madrid: Liceus, Servicios de
Gestión y Comunicación, S.L.
Obediente, Enrique (2007). Biografía de una lengua: nacimiento, desarrollo y expansión del
español. 3ª edición. Venezuela: Universidad de Los Andes, Consejo
de Publicaciones.
Pidal, Menéndez (1993). Manual de Gramática Histórica Española. Madrid: Edición Espasa
Calpe.
Fuentes de imágenes
http://cafedelosaboresbibliofilos.blogspot.com/2011/09/espanol-y-arabe-bilinguismo-de-lo.html [cons. 18/12/2018].
https://espanolaldia.wordpress.com/2013/01/11/arabismos/ [cons. 18/12/2018].
https://lobertrindsay.wordpress.com/2013/07/29/the-muslims-of-spain-moors-moriscos-and-muladies/ [cons. 08.01.2019].
http://mudejareselcampello.blogspot.com/2010/03/la-moda-mudejar.html [cons. 10.01.2018].
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https://www.pinterest.co.uk/pin/486177722259036314 [cons. 10.01.2018].
https://www.3djuegos.com/foros/tema/36978964/7/porque-muchos-latinos-piensan-que-los-espanoles-tenemos-sangre-arabe-cuando-no-es-verdad/
[cons. 18/12/2018].
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